7 de febrero de 2012

Ilusiones

1-Vino al mundo un maestro, nacido en la tierra santa de Indiana, criado en las colinas místicas situadas al este de Fort Wayne.
2-El maestro aprendió lo que concernía a este mundo en las escuelas públicas de Indiana y luego, cuando creció en su oficio de mecánico de automóviles.
3-Pero el Maestro traía consigo los conocimientos de otras tierras y otras escuelas, de otras vidas que había vivido. Los recordaba, y puesto que los recordaba adquirió sabiduría y fuerza, y la gente descubrió su fortaleza y acudió a él en busca de consejo.
4-El Maestro creía que disfrutaba de la facultad de ayudarse a sí mismo y de ayudar a toda la Humanidad, y puesto que lo creía, así fue, de modo que otros vieron su poder y acudieron a él para que los curase de sus tribulaciones y sus muchas enfermedades.
5-El Maestro creía que es bueno que todo hombre se vea a sí mismo como hijo de Dios, y puesto que lo creía, así fue, y los talleres y los garajes donde trabajaba se poblaron y atestaron con quienes buscaban su sabiduría y el contacto de su mano, y las calles circundantes con quienes sólo anhelaban que 
su sombra pasajera se proyectara sobre ellos y cambiara sus vidas.
6-Sucedió, en razón de las multitudes que varios capataces y jefes de talleres le ordenaron al Maestro que dejara sus herramientas y siguiera su camino, porque el apiñamiento era tal que ni él ni los otros mecánicos tenían espacio para trabajar en la reparación de automóviles.
7-Se internó, pues, en la campiña, y sus seguidores empezaron a llamarlo Mesías, y hacedor de milagros; y puesto que lo creían, así fue.
8-Si estallaba una tormenta mientras él hablaba, ni una sola gota de lluvia tocaba la cabeza de uno de sus oyentes, y quienes estaba en el fondo de la multitud escuchaban sus palabras con tanta nitidez como los primeros, aunque el cielo retumbaran rayos y truenos. Y siempre les hablaba en parábolas.
9-Y les dijo: "En cada uno de nosotros reside el poder de prestar consentimiento a la salud y a la enfermedad, a las riquezas y a la pobreza, a la libertad y a la esclavitud. Somos nosotros quienes las domeñamos y no otro."
10. Un obrero habló y dijo: "Es fácil para ti, Maestro, porque a ti te guían y a nosotros no, y no necesitas trabajar como trabajamos nosotros. En este mundo el hombre debe trabajar para ganarse la vida."
11. El Maestro respondió y dijo: "Una vez vivía un pueblo en el lecho de un gran río cristalino.
12. "La corriente del río se deslizaba sobre todos sus habitantes; jóvenes y ancianos, ricos y pobres, buenos y malos y la corriente seguía su camino ajena a todo lo que no fuera su propia esencia de cristal.
13. "Cada criatura se aferraba como podía a las ramitas y rocas del lecho del río, porque su modo de vida consistía en aferrarse y porque desde la cuna todos habían aprendido a resistir la corriente.
14. "Pero al fin una criatura dijo: ‘Estoy harta de asirme, aunque no lo veo con mis propios ojos, confío en que la corriente sepa hacia donde va. Me soltaré y dejaré que me lleve a donde quiera. Si continúo inmovilizada, me moriré de hastío.’
15. "Las otras criaturas rieron y exclamaron:’ ¡ Necia ! ¡Suéltate y la corriente que veneras te arrojará, revolcada y hecha pedazos contra las rocas, y morirás más rápidamente que de hastío!’
16. "Pero la que había hablado en primer término no les hizo caso, y después de inhalar profundamente se soltó; inmediatamente la corriente la revolcó y la lanzó contra las rocas.
17. "Mas la criatura se empecinó en no volver a aferrarse, y entonces la corriente la alzó del fondo y ella no volvió a magullarse ni a lastimarse.
18. "Y las criaturas que se hallaban aguas abajo, que no la conocían, clamaron: ‘¡ Ved un milagro! ¡ Una criatura como nosotras, y sin embargo vuela! ¡ Ved al Mesías que ha venido a salvarnos a todas!’.
19. "Y la que había sido arrastrada por la corriente respondió: ‘No soy más Mesías que vosotras. El río se complace en alzarnos, con la condición de que nos atrevamos a soltarnos. Nuestra verdadera tarea es éste viaje, ésta aventura ’.
20. "Pero seguían gritando aún más alto: ‘¡ Salvador!’, sin dejar de aferrarse a las rocas. Y cuando volvieron a levantar la vista, había desaparecido, y se quedaron solas, tejiendo leyendas acerca de un Salvador."
21. "Y sucedió que cuando vio que la multitud crecía día a día, más hacinada y apretada y enfervorizada que nunca, y cuando vio que los hombres le urgían para que los curara sin descanso, para que los alimentara con sus milagros, para que aprendiera por ellos y viviera sus vidas, se sintió afligido, y ese día subió solo a la cima de un monte solitario y allí oró.
22. Y dijo en el fondo de su alma: "Será un Portento Infinito, si es esa tu voluntad, que apartes de mí este cáliz, que me ahorres esta tarea imposible. No puedo vivir las vidas de los demás, y sin embargo diez mil personas me lo suplican. Lamento haber permitido que sucediera todo
esto. Si esa es tu voluntad, autorízame a volver a mis motores y a mis herramientas, y a vivir como todos los hombres."
23. Y una voz le habló en las alturas, una voz que no era ni masculina ni femenina, poderosa ni suave, sino infinitamente bondadosa. Y la voz le dijo: "No se hará mi voluntad sino la tuya. Porque lo que tú deseas es lo que yo deseo de ti. Sigue tu camino como los otros hombres; y que seas feliz en la tierra."
24. Al escucharla, el Maestro se regocijó, y dio las gracias, y bajó de la cima del monte tarareando una cancioncilla popular entre los mecánicos. Y cuando la multitud le urgió con sus penas, y le imploró que la curara y aprendiese por ella y la alimentara incesantemente con su
sabiduría y le entretuviera sus milagros, él sonrió y le dijo apaciblemente: "Renuncio".
25. Por un momento, la muchedumbre quedó muda de asombro.
26. Y él continuó: "Si un hombre le dijera a Dios que su mayor deseo consistía en ayudar al mundo atormentado, a cualquier precio, y Dios le contestara y explicara lo que debía hacer, ¿tendría el hombre que obedecer?"
27. " ¡ Claro, Maestro!", clamó la multitud. "¡ Si Dios se lo pide deberá soportar complacido las torturas del mismísimo infierno!".
28. "¿ Cualesquiera que sean esas torturas, y por ardua que sea la tarea?"
29. "Deberá enorgullecerse de ser ahorcado, deleitarse de ser clavado en un árbol y quemado, si eso es lo que Dios le ha pedido", contestó la muchedumbre.
30. "Y que haríais - preguntó el Maestro a la concurrencia - si Dios os hablara directamente a la cara y os dijera: ‘OS ORDENO QUE SEÁIS FELICES EN EL MUNDO MIENTRAS VIVÁIS'? ¿ Qué haríais entonces?"
31. La multitud permaneció callada. Y no se oyó una voz, un ruido, entre las colinas ni en los valles donde estaba congregada.
32. Y el Maestro dijo, dirigiéndose al silencio: "En el sendero de nuestra felicidad encontraremos la sabiduría para la que hemos elegido esta vida. Esto es lo que he aprendido hoy, y opto por dejaros ahora para que transitéis por vuestro propio camino, como deseáis."
33. Y marchó entre las multitudes y las dejó, y retornó al mundo cotidiano de los hombres y las máquinas.

Capitulo uno-Ilusiones-Richard Bach

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